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Paisajes quijotescos

 
En 2016 se cumplen cuatrocientos años de la muerte de Miguel de Cervantes. Homenajeamos al hombre que imaginó las aventuras del Quijote reviviéndolas. Un paseo literario desde ese lugar de la Mancha (de cuyo nombre no quiso acordarse) hasta la orilla del mar donde fue derrotado.

 

 El escritor “de la triste figura”


Cervantes pasó los últimos días de su ajetreada vida en el Barrio de las Letras, en Madrid. Las calles peatonales están decoradas con fragmentos de sus obras escritos en letras doradas, una representación de la impronta que el Siglo de Oro dejó en este barrio. En la calle contigua, una placa recuerda el lugar donde se imprimió el primer ejemplar de esta obra. Cada domingo, varios actores teatralizan el momento en que se editó la obra y explican el funcionamiento de la imprenta en el s. XV. Si el espectador quiere, puede ponerlo en práctica e imprimir un pliego del libro. A 500 metros está el Convento de las Trinitarias, el lugar donde “mandóse enterrar” Miguel de Cervantes.


Ha nacido una estrella (de la literatura)

El vecino más ilustre de Alcalá de Henares nació en el año 1547. Madrid aún no era la capital de España, pero Alcalá ya ocupaba un lugar destacado en el Reino. Por aquel entonces, la mejor manera de viajar desde Madrid era a caballo, pero a falta de 'Rocinantes' lo más atractivo hoy día es el Tren de Cervantes. Sale de la madrileña estación de Atocha a las 11:00 de la mañana y varios actores amenizan el trayecto con pasajes cervantinos, para ir ambientándonos. Alcalá de Henares se nos antoja el escenario de un libro de caballerías con sus murallas medievales, conventos y una judería. No es un sueño quijotesco: la ciudad conserva todavía el esplendor de la Edad Media y, por ello, la UNESCO la declaró Ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Foto: Anton_Ivanov


 

 

 

 
¿En qué lugar de La Mancha?

 

Todo empezó “en un lugar de La Mancha”, pero Cervantes no tuvo a bien acordarse de en cuál. Por eso, lo mejor es visitar los pueblos candidatos y buscar algún indicio del paso del hidalgo y su escudero. En Esquivias, Toledo, Cervantes conoció a su esposa Catalina, y pudo inspirarse en sus vecinos y familiares para crear a los personajes de la novela. Su antigua casona es hoy la Casa Museo de Cervantes de Esquivias. En el libro aparecen las Lagunas de Ruidera. El Quijote se refirió a este paraje como “mágico sistema lagunar”. Están a menos de 40 kilómetros de Argamasilla de Alba, otro de los municipios candidatos a ser “ese lugar de la Mancha”. Aquí dicen que empezó la historia.

Foto: wwww.imaginaimagen.com


Doncellas y gigantes

Sobre el lugar de origen del Quijote hay dudas, pero no hay ninguna sobre el de su amada. La bella Dulcinea es de El Toboso. Está inspirada en una mujer de carne y hueso, Ana Zarco, y la que fuera casa de su hermano hoy es la Casa Museo de Dulcinea. El Toboso tiene apenas 2.000 habitantes, pero cuenta con más de 200 ediciones de El Quijote: son ejemplares en varios idiomas, incluido el Braille. Muchos están firmados por políticos e intelectuales como Fidel Castro, Margaret Thatcher o Nelson Mandela. Antes de llegar al Toboso, no hay más remedio que enfrentarse a los gigantes: diez molinos de viento se alzan majestuosos sobre una colina en Campo de Criptana, en la conocida como Sierra de los Molinos.


 

 

 

 
Cervantes y el Quijote ganan, por fin, una batalla

 

Su siguiente aventura tiene lugar en el Palacio de Villahermosa, en la ciudad zaragozana de Pedrola. El edificio renacentista es testigo de cómo los duques se burlan del hidalgo y su escudero fingiendo ser parte de sus fantasías caballerescas. El palacio puede visitarse por dentro, previa cita, y disfrutar de las pinturas de Sorolla y de Goya, entre otros. En el Museo Goya, en Zaragoza, podremos encontrar más obras del pintor, aunque para ello nos desviaríamos de la ruta que siguió el manchego. Don Quijote se negó a visitar la capital aragonesa a pesar de encontrarse muy cerca. Tenía sus razones: en 1614 se publicó un segundo tomo de sus aventuras firmada por Alonso Fernández de Avellaneda. El propio Cervantes desautoriza esta versión al incluirla en la verdadera segunda parte.


Mediterráneamente

Evitando Zaragoza, sus pasos les llevan hasta Barcelona, donde los manchegos ven por primera vez el mar. Allí acaba su andadura, pues en la playa de la Barceloneta perdió Don Quijote su última batalla. El 'Caballero de la Blanca Luna' le hizo rendirse en la misma arena donde hoy se levantan restaurantes y chiringuitos. Si viajara hoy, pasaría desapercibido en el paseo marítimo, donde las barbas se han puesto de moda entre la juventud 'hipster'. Antes de volverse a La Mancha se daría un paseo por el Parc Güell. Si confundió a los molinos con gigantes, ¿qué se imaginaría al ver la arquitectura modernista de Antonio Gaudí?

Foto: tkemot/Shutterstock.com


 

 

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