Aviación News ¦ Edición nº 724 ¦ Jueves 19 de julio de 2018

COMO EN “CAMBALACHE”…LA BIBLIA JUNTO AL CALEFÓN (continuación)

Ahora (Latam Argentina, Avianca, Andes…) “todos somos buenos amigos” ya que la amenaza la constituyen las low cost. No importa que ya sean una realidad en todo el mundo y que en Argentina, más tarde o más temprano, terminarán participando.

La semana pasada, en su enfrentamiento con el Gobierno por la política de apertura y el estímulo a una mayor competencia que amplíe el mercado, APLA decidió leer una proclama en los aviones. No repartir un volante, sino disponer que los pilotos se la leyeran a los pasajeros en pleno vuelo. Entre otras cosas, hablaba de seguridad cuando en sí mismo era un acto de inseguridad. El gremio buscaba que todos los pilotos la leyeran. Solo uno de Latam y uno de Andes lo hicieron, según los registros. No hay datos de Austral. De Aerolíneas varios, no todos.

Pero el colmo llegó cuando un directivo del sindicato, nada menos que un prosecretario gremial, amenazó a un colega con hacerlo echar de la compañía –con invitación a pelear, inclusive– por negarse a leer en vuelo la proclama. El incidente terminó con el vuelo de regreso cancelado, una demanda por parte de la empresa y pasajeros volando a la ida con un comandante con un pico de presión. ¿Y la seguridad?

¿Cuáles son los dos argumentos -los que llegan al público- para oponerse a las low cost? La necesidad de una aerolínea que cubra todo el país y la seguridad. Es cierto que si de repente desapareciera Aerolíneas -cosa que no va a ocurrir ni está en la mente de nadie- habría en lo inmediato localidades que podrían verse afectadas, pero como el agua, estos huecos serían cubiertos en poco tiempo por otras empresas. Ni Brasil, ni Chile, ni Perú, ni Colombia, ni México, los mayores mercados de Latinoamérica, tienen una aerolínea subvencionada por el Estado. Y que se sepa, los habitantes de eso países utilizan el avión hasta dos veces más que los argentinos. Otro ejemplo sería Brasil cuando desapareció Varig, una compañía bastante más grande que Aerolíneas. Su salida generó que otras empresas cubrieron esos vuelos y que hoy el país tenga una red mucho más extensa que cuando existía Varig.

El terma seguridad es un clásico en la Argentina durante los conflictos gremiales. Amenaza que desaparece cuando el conflicto se resuelve. La estrategia de amenazar con la seguridad no es privativo de los pilotos sino que abarca a todos los gremios. Raro para una industria que se jacta de ser la más segura.

Desde un principio los gremios, cuyos dirigentes provienen de la empresa estatal o responden a alguno de sus líderes, han buscado instalar la idea que las low cost son inseguras. Para ello han tratado de asociar cualquier empresa mediocre o improvisada que vuele en el mundo con las de bajo costo. Y hasta han tratado de forzar la historia convirtiendo a empresas tradicionales en low cost cuando aún éstas no existían. No hay ninguna estadística a nivel mundial que diga que las low cost son más o menos inseguras que las tradicionales. Se supone que las autoridades y los fabricantes no hacen diferencia. Y si lo hicieran, no sería un error de las low cost sino de quienes las deben controlar.

Flybondi es la primer low cost de Argentina. No es el mejor ejemplo. Su desembarco estuvo rodeado de no pocos sobresaltos. Para algunos su existencia se parece más a una oportunidad de negocio que a una aerolínea. El tiempo dirá.

Desde Aviación News más de una vez nos preguntamos si el fracaso de una low cost podría significar el fracaso del modelo. Flybondi corre, además, con el estigma de que recibe concesiones desde el Gobierno como ninguna otra empresa. Y no lo dicen solo los gremios. Aunque también es cierto, como el último miércoles, que a veces paga las consecuencias de operar en un aeropuerto que carece de un mínimo equipamiento.

Esta semana un avión de Flybondi arrastró la panza en la pista del aeropuerto de Iguazú. Es cierto, como dicen los manuales de crisis, que “nadie está exento” (el año pasado un B737-800 de Aerolíneas tuvo un percance similar en Bariloche aunque aterrizando y este año, en marzo, un piloto de Austral pegó su Embraer sobre la pista de Aeroparque dañándolo seriamente). Pero Flybondi suma demasiados incidentes en poco tiempo.

Son las autoridades las que deben transmitir y garantizar que la seguridad, no importa la empresa, y si ésta es low cost o tradicional, esté asegurada. Sin excepción. Si no fuera así, los funcionarios correrían un riesgo que en esta industria puede significar mucho más que arruinarse su carrera política.