Aviación News ¦ Edición nº 691 ¦ Jueves 30 de noviembre de 2017

CUANDO LA COMUNICACIÓN TAMBIÉN ENTRA EN CRISIS (continuación)




Está claro que las reacciones públicas sobre lo que ocurre con la crisis del ARA San Juan no difieren de las de otras crisis, entienden los especialistas. Así, como ocurre habitualmente, los primeros que aparecen son los “opinólogos”, los “seudo expertos” que arrancan sus afirmaciones con un “se debe evitar cualquier tipo de especulación” pero que invariablemente ingresan en el juego del periodista que lo convoca, justamente, para que exponga sobre teorías o supuestos de dudosa procedencia. También están los periodistas, hoy expertos submarinistas y mañana, por la dinámica de su profesión, expertos en accidentes viales, femicidios o lo que el destino profesional les ponga en su camino, la mayoría de las veces sin reparar en la angustia de los familiares ni las consecuencias de sus supuestas “primicias” o “exclusivas” que en la mayoría de los casos son simples especulaciones. Así fue como en estos días se habló de “posible ataque” “atentado” “misión secreta”, “ocultamiento de información” etc. Está claro que es la ansiedad profesional la que los llevan a buscar respuestas urgentes -las noticias se ponen rápidamente viejas- tales como “por qué ocurrió”, “si se podía haber evitado” y, finalmente, “quien es el culpable”. Y tiene que ser ahora. Y lo hacen sin tener en cuenta que en un accidente no hay una, sino una sucesión de fallas que inevitablemente conducen al accidente. Las investigaciones y las pericias llegan después y solo interesan a los familiares, los especialistas y la Justicia.

Mucho se ha hecho hincapié por estos días en la falta de recursos y la incapacidad de las autoridades y los especialistas para encontrar y rescatar al ARA San Juan y a su tripulación rápidamente, y hay hasta quienes se asombran por la ayuda internacional cuando esto es algo habitual en emergencias humanitarias como estas.

Para ambas situaciones valga una comparación. Hace tres años y siete meses un moderno Boeing B777-200ER de Malaysia Airlines, con toda la tecnología del más grande fabricante de aviones del mundo, con 239 personas de distintas nacionalidades a bordo (no profesionales consientes de los riesgos que corren si no civiles que confiaron en la seguridad del avión) desapareció y está perdido desde entonces en algún punto del planeta y sin que hasta ahora nadie haya podido decir que pasó, no obstante el esfuerzo y la cooperación de todo el mundo. Un avión que, a diferencia de un submarino concebido para no ser detectado, está dotado de sofisticados sistemas de comunicación, que es vigilado constantemente por radares, alarmas, grabadoras y otros sistemas de comunicación.

La prioridad, ahora, es encontrar al ARA San Juan y rescatar a sus tripulantes. El análisis de las causas y la búsqueda de posibles responsables vendrán después, aunque el tema ya no esté en la tapa de los diarios.

Un principio de las comunicaciones en tiempos de crisis dice que nadie está exento de vivir una crisis, aunque hay quienes, por la naturaleza de su actividad, están más expuestos que otros. “Cosas malas también le pasan a buenas empresas”. Lo importante es prepararse para una crisis. Lo importante es eliminar de nuestro vocabulario la idea de que “a nosotros no nos puede pasar”.

SGR