La consulta, que no se atribuye rigor científico ni busca resultados cuantitativos, no pretende otra cosa que lograr una aproximación a lo que puede ocurrir o debería ocurrir con la aerolínea sobre la base de lo que piensan y pronostican los principales referentes de la actividad en la Argentina.
Analizadas las respuestas a la primera pregunta, esto es qué va a pasar con Aerolíneas a partir del cambio de autoridades en diciembre de 2015, surge claramente que las opiniones pueden agruparse en tres grandes grupos: los que piensas que “no va pasar nada y que todo va a seguir como hasta ahora”, los que sugieren que “todos dependerá de quien gane” y los que pronostican que invariablemente se avanzará hacia “un cambio radical” de una u otra manera.
Entre los que se inclinan por la primera postura hay coincidencia en cuanto al producto final - “nada o casi nada cambiará”, aunque llegan a esa conclusión por distintos y hasta opuestos caminos, como por ejemplo que se seguirá “priorizando la conectividad, la que se va mantener gane quien gane, sin que ello implique necesariamente ganancias” o quienes opinan que la empresa es “inviable” pero va a continuar tal cual “porque no hay fuerza política en el país que se atreva a hacer lo de Uruguay con Pluna o Brasil con Varig”. O los que piensan que aunque pierda un millón y medio de dólares por día “hoy es imposible privatizarla ya que nadie querría llevarse la empresa como está”. También hay quien sostiene que “la mejor garantía de continuidad es el estrepitoso fracaso de la gestión privada 1990-2009”.
Dentro de este conjunto de opiniones hay un subgrupo, en el que se destacan dirigentes gremiales o funcionarios actuales de Aerolíneas, que recurren a las inversiones realizadas por el Estado en los últimos años, especialmente en aviones, simuladores e informática, para sostener que, “pase lo que pase, Aerolíneas se mantendrá como la principal compañía a aérea de Argentina”. O más allá, al sostener que “estas inversiones deben ser defendidas”.
En esa línea están quienes hacen números y sustentan su opinión en la flota que tendrá el grupo para octubre de 2015: “22 B737 (edad promedio 8 años), 22 B737-800 (2 años), 24 Embraer (4,5 años), 8 A340 (18 años), y 4 A330 (14 años), y esperando para el 2016 otros 4 A330 0 km., Una flota muy alejada a la que dejó la gestión privada española”.
Otra opinión que transita por la misma senda optimista sostiene que “los resultados están mejorando, se está invirtiendo mucho dinero en flota, sistemas y capacitación, por lo que el gobierno que venga se va a encontrar con una empresa sólida en cuanto a activos. Creo que gane quien gane, en primera instancia va a mantener Aerolíneas funcionando, aunque es probable que reduzcan aportes y recurran a un management profesional”.
Pero la mayor parte de las opiniones, más de la mitad, sostienen que los cambios en la empresa hoy estatal son necesarios pero que estos dependerán invariablemente de quien gane las elecciones. Y aquí las posibilidades se abren en si hay continuidad kirchnerista, si gana alguien del peronismo histórico, la centro izquierda o la derecha, para muchos identificada con el PRO. Estas son algunas de las opiniones:
“Hay dos certezas que podemos afirmar sin temor a equivocarnos: para cualquiera que gane será muy difícil volver a atrás el proceso de estatización, sobre todo por la pésima imagen que dejó la etapa privada, pero tampoco se podrán dejar las cosas como están debido al desprestigio de la actual gestión. Si hay continuidad o gana un candidato de UNEN, la política respecto a Aerolíneas no variará mucho, pero se exigirán mejores resultados de gestión y se buscará eliminar este drenaje de dinero, que aún con esta estructura es muy difícil de justificar. Si el ganador viene del peronismo ortodoxo (Sergio Massa, por ejemplo) seguramente veremos una reducción de la estructura y una revisión de rutas deficitarias. La búsqueda de inversores privados solo sería posible si gana la derecha (Mauricio Macri)”.
“El próximo gobierno, a menos que sea de la misma orientación que el actual, no tendrá muchas alternativas, aunque si otras prioridades, básicamente de origen social, que harán que el aporte para el sustento de las líneas aéreas se vea reducido. Sin duda el futuro de Aerolíneas y Austral es sombrío si solo dependerán de una decisión política y de los recursos que pueda destinar el próximo gobierno para mantenerlas operativas.”
“Si el próximo presidente proviene del peronismo, no importa si es del Frente para la Victoria o de otra línea interna, lo único que puede cambiar son los nombres. Saldrán unos y entrarán otros, como ocurrió siempre ante cambios de conducción. No creo que haya muchas variantes más allá de los anunciados habituales como ahorros, reducción de costos, mejoras productivas, etc., etc.”.
“No advierto hasta ahora que los políticos que se postulan para el 2015 tengan una posición sobre este tema, lo que es una muy mala señal. No creo que haya cambios sustanciales, excepto que el próximo gobierno surja de alguna coalición que integre el PRO, que en tal caso quizás podría esperarse un mayor profesionalismo en su gestión. Será muy difícil superar la cuestión de los “costos hundidos”.
“Si hay continuidad seguirá el mismo desmanejo. Si gana alguna otra versión del Peronismo, probablemente volvamos a la situación de la aerolínea estatal previa a la privatización: una empresa deficitaria pero controlable, con bastante preeminencia del poder sindical. No veo muy clara cuál es la propuesta de la centro-izquierda. Si gana la derecha van a achicar la compañía lo que va a generar problemas sindicales y una posible apertura irracional de cielos abiertos”.
“Aerolíneas será viable siempre dependiendo del Estado ya que está sobredimensionada para ser eficiente. Habrá que ver que quiere hacer el próximo gobierno con ella. No será fácil soportar un aporte de casi el valor de la compañía por año”.
“La Argentina es impredecible, pero pueden prevalecer dos grandes opciones ideológicas-políticas, luego de las elecciones: una neoliberal extrema como la de 90, contrapuesta a la actual estatista populista, que ejerciendo una demagogia de derecha, decida la desaparición de Aerolíneas o su reducción a una mínima expresión como low cost de cabotaje y quizás regional, atribuyéndole ser la panacea a los principales males nacionales. La opción virtuosa y posible, es que aunque sea totalmente estatal, o un mix estatal-privada, como lo permite su ley de estatización, se siga el ejemplo de otras empresas regionales de primer nivel controladas por el Estado mediante una gestión profesional despolitizada en todos sus niveles, que sea proba e idónea, y la transforme en competitiva, rentable y viable a futuro”.
“Si gana un partido opositor, buscarán deshacerse vía alguna privatización antes que cerrarla ya que el costo político y económico sería enorme. Si gana el Frente para la Victoria, todo seguirá igual”.
“De ganar Daniel Scioli, la etapa inicial podría ser de alta turbulencia pues La Cámpora difícilmente quiera dejar de manejar la compañía y ello incidirá en la gestión. Solucionado esto, imagino que seguirá en manos del Estado pero con la alternativa de contar con un management eficiente y eficaz y una apertura o relación más amigable con la competencia”.
“El futuro de Aerolíneas dependerá de quien presida el país, lo único seguro es que la actual conducción va a cambiar”.
Finalmente se llega al último grupo, los que pronostican que gane quien gane, habrá inexorablemente cambios importantes en el Grupo Aerolíneas, aunque son contados con los dedos de la mano “a mi juicio, después de una gran depuración, o se convierte en rentable o desaparece” - los que se atreven a vaticinar abiertamente que la empresa va ser rápidamente privatizada o que su futuro es la quiebra al estilo Varig, Mexicana o Pluna.
“No hay mal que dure 10 años -responde un encuestado- ni empresa que lo aguante. La acumulación de deudas y pérdidas operacionales continuas generarán un desgaste financiero increíble para el principal accionista, el Gobierno. Este desgaste no puede durar y la sociedad argentina no aceptará mantener una compañía aérea deficitaria solo por el 'bien social' que presta, cuyo propósito social tampoco ha sido aclarado”.
Hay quienes vislumbran problemas en el horizonte ya que son necesarias alguna decisiones que no a todos les habrán de agradar, en particular los gremios, como que “van a tener que reducir al máximo las operaciones internacionales” o “seguramente se acabarán los aportes indiscriminado, ya no estarán disponibles, lo que dará como resultado serios problemas operativos, gremiales, de confiabilidad, etc.”.
“La empresa debería ingresar en un proceso de servicio real a la sociedad toda, terminando con el monopolio absoluto que hoy ejerce. Debe dejar de ser una herramienta política para un sector minúsculo que hoy ostenta el poder, que además no dicta política aérea alguna en un país que necesita imperiosamente incrementar la conectividad regional”.
“El comportamiento declinante de la economía, el ocaso de la política populista, el resultado que para 2015 tendrá la demanda ante el CIADI, y el probable cambio de orientación que tendrá la conducción de la política, son todos indicadores que no presagian buenos vientos. Habrá pedidos de explicaciones por los gastos, saldrán a relucir los balances, los subsidios, los sobreprecios de los Embraer 190, y vaya a saber cuántas cosas más. Lo que irremediablemente pondrá en tela de juicio la administración saliente. Allí los gremios deberán poner a prueba su capacidad de sostenimiento de las fuentes laborales”.
“La historia nos muestra que los gobiernos, tarde o temprano, se cansan de gastar en líneas aéreas deficitarias y conflictivas. No es fácil pronosticar cuándo va a ocurrir, pero inevitablemente ocurre. La realidad aerocomercial es dinámica, y no puede seguirse levantando un paradigma de 1950 casi sin cambios. No hay nada más fuera de lugar que la frase de Mariano Recalde cuando dijo que el objetivo de la gestión estatal es “dejar una aerolínea que sea sustentable y que ni Macri pueda privatizarla” (Télam, 12 de septiembre de 2013). ¿Qué puede ocurrir? No creo que haya una cesación de pagos catastrófica con quiebra o algo por el estilo, tampoco que se pueda privatizar rápido, entre otras cosas porque nadie la compraría. Un tema fundamental va a ser actualizar la legislación actual, porque las leyes vigentes son garantía de fracaso. Una alternativa puede ser separar a Aerolíneas Argentinas y a Austral y reforzar a alguna de ellas, dejando lo residual en la otra, al estilo British. Todos los países se enamoran de sus selecciones de fútbol y de sus líneas aéreas. Pero si hay recesión, la disyuntiva entre aviones, energía o educación es muy fácil de contestar”.
La próxima semana, Aviación News abordará el segundo punto de la encuesta: ¿Qué hay que hacer con Aerolíneas Argentinas?
Hasta la semana que viene.
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