Todo esto mientras el plan presentado al Congreso decía que las pérdidas previstas para el 2009 (U$S 500 millones) se reducirían a la mitad en el 2010. Si embargo, y pese al reemplazo de 12 aviones más eficientes y económicos, la empresa vuelve a requerir U$S 500 millones. Ahora se habla de alcanzar el equilibrio recién en el 2014.
En defensa de estos números desde la empresa y la Secretaría de Transporte se suele argumentar que la mayor parte no son gastos sino inversiones, aunque ese desglose aún no se conoce como tampoco están disponibles los balances 2008 y 2009.
El argumento preferido para justificar semejante gasto o inversión, según quien lo diga, es el de la conectividad. Argumento que le permite decir a su presidente Mariano Recalde, aun frente a sus competidores de la Argentina y el mundo, que el objetivo de la empresa no es la rentabilidad sino ofrecer un servicio público que cumpla una función social. ¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de conectividad, de destinos sociales o de rutas no rentables?
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