¿Qué es sino el Capítulo 11 de la Ley de Bancarrota de Estados Unidos a la que han recurrido prácticamente todas las aerolíneas de ese país para sobrevivir? Una herramienta que ofrece la ley de ese país para que una compañía en situación de convocatoria pueda reestructurarse y salir a flote: allí las empresas renegocian sus convenios laborables, reducen destinos y vuelos, renegocian contratos, quitan beneficios, devuelven aviones y despiden gente. La opción es: o reestructurarse o morir. Todas, hasta ahora, sobrevivieron. Hace pocos días los argentinos asistimos al espectáculo de ver como un país apoya a sus industrias. La visita de Lula da Silva a Buenos Aires hace unos días, en un claro apoyo político a Cristina Kirchner, buscó también hacer negocios para las empresas de su país. Aerolíneas necesita aviones, pero el país no tiene crédito. Embraer quiere vender sus productos. Entonces el BNDES, banco oficial dedicado a apoyar el desarrollo económico del país, pone a disposición de la Argentina un crédito para comprar aviones brasileños. También lo hace Estados Unidos con Boeing o los países europeos asociados en Airbus con esta empresa.
La estrategia, entonces, es apoyar la industria, no una empresa. ¿Qué pasó en los últimos cinco años con la industria aerocomercial argentina? Nada. O mejor dicho, exactamente lo contrario. La devaluación del 2001, así como benefició a algún sector, perjudicó a otros como la aviación donde la mayor parte de los costos son en dólares y los ingresos en pesos. El Decreto 1654 del 4 de septiembre del 2002 de Emergencia Aerocomercial firmado por Duhalde, entendió el problema. Pero las medidas contenidas allí para ayudar a la industria en general nunca se aplicaron. Néstor Kirchner, tarde, también vio el problema y dictó un nuevo decreto que ratificaba las medidas de su antecesor recién en el 2006, sin embargo sus funcionarios nunca pusieron en marcha las medidas. Recién Ricardo Jaime autorizó algunos aumentos tarifarios en abril y mayo de este año e insinuó un raquítico subsidio a los combustibles que aún hoy está instrumentado a medias, cuando ya la resistencia de los directivos del Grupo Marsans estaba quebrada. ¿Por qué esta insensibilidad hacia una industria fundamental para un país con las características físicas de la Argentina? Simplemente por que había que expulsar a los españoles de Aerolíneas pero impidiendo al mismo tiempo que las otras empresas se desarrollen como para convertirse en una amenaza para la ex empresa estatal. Y LAN Argentina ralentizó su crecimiento -cuanto más vuelo más pierdo- y Andes y Sol sobrevivieron como pudieron al amparo de algunos gobiernos provinciales. El precio a pagar fue la falta de vuelos hacia el interior, la pésima imagen del país en el exterior, y que hoy una sola empresa extranjera tenga más vuelos internacionales desde la Argentina que todas las empresas de este país.
¿Qué hizo Brasil en un caso similar? Varig era una empresa más grande, con más aviones, empleados, rutas y prestigio que Aerolíneas Argentinas. Una empresa, también como la nuestra, que no advirtió que el mundo había cambiado. Era una empresa privada. Cuando su caída era inevitable, muchas voces le reclamaban a Lula -un presidente surgido de las filas obreras- que el Estado salvara a la empresa. Los argumentos eran los mismos: la conectividad aérea y las miles de familias desprotegidas. Lula dijo que como presidente de todos los brasileños no podía disponer de la plata de todos los ciudadanos para rescatar una empresa privada. Y Varig cayó. Pero otras empresas más eficientes, que ya venían trabajando en un mercado desregulado, ocuparon rápidamente ese lugar. Y no hubo desconexión. Y si hubo empleados que quedaron en la calle, fueron muchos más los puestos de trabajo que las otras empresas generaron. Suponer que sin Aerolíneas el país se queda sin posibilidades de conexión, es evitar analizar el problema en su conjunto. Lo que falta en la Argentina, donde todas las empresas son importantes y necesarias, es contar con una política aérea. De lo contrario, solo asistimos a un subsidio por desempleo, sólo para algunos.
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