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 Si bien es imposible predecir con exactitud cuáles serán los planteos de cada una de las partes, se supone que uno de los temas que estará en el tapete será conocer cual será la decisión del gobierno argentino sobre la opción que dispone hasta el 23 de noviembre de elevar su participación accionaría en la empresa del 5 al 20%. Si bien los equipos técnicos ya hace tiempo que elevaron todos los antecedentes al Presidente, la decisión será eminentemente política. ¿Querrá el gobierno argentino comprometerse más en el día a día de la empresa? El otro gran tema es medir, por parte de los empresarios, cuál va a ser la actitud del poder central en la dura pulseada que vienen sosteniendo, sin demasiado éxito por lo visto, con los principales gremios. Los españoles aseguran que están dispuestos a poner en Aerolíneas parte de los aviones cuya carta de intención firmaron hace unos días con el fabricante europeo Airbus, siempre y cuando todos los gremios acepten firmar un acuerdo de paz social por cinco años. La respuesta, hasta ahora, incluyendo esta semana, fue una serie de medidas que llevaron a transformar a Aerolíneas en una de las empresas más impuntuales del planeta. Es evidente que sin aviones nuevos las posibilidades de recuperación de Aerolíneas a nivel competencia son nulas. Ante este panorama, ¿qué pretenden los que buscan la salida del Grupo Marsans de la Empresa? Es difícil saberlo.
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